Después de prestar a Emilia los cuchillos que utilizaba en el circo, Tiburcio acepta enseñarle a utilizarlos aunque no consigue sonsacarle por qué quiere aprender.
La mujer se lo oculta incluso a su marido, a quien nota cada vez más hundido y del que está distanciándose. Sí le confiesa que sintió alivio ante la idea de morir cuando el general Pérez de Ayala iba a fusilarlos.
Alfonso cree que su esposa lo rechaza porque está ciego y trata de demostrarle que no está acabado, sin éxito. Esto le lleva a tomar una drástica decisión: se marchará de Puente Viejo.
Eso mismo da a entender Irene quien que la llama insistentemente por teléfono. El motivo es que siente que su presencia en el pueblo carece de sentido pues Severo seguirá rehuyéndola y ya no la necesita para ocuparse de la crianza de Carmelito.
En la cárcel, Julieta prohíbe a Saúl inculparse de la muerte de su padre, como pretende. Él acepta pues el abogado que ha contratado gracias a los donativos de los vecinos cree que puede conseguir la libertad de la joven tras conocer la verdad de lo ocurrido.
Poco después, Prudencio visita a su esposa y se sorprende cuando rechaza el arresto domiciliario que le ofrece y también que pague la fianza que impone días después el juez.
Saúl se desespera porque no consigue reunir el dinero y Carmelo le promete hacer todo lo posible para ayudarlo.
Hipólito y Onésimo están emocionados con su nueva ocurrencia: realizar un álbum del pueblo con imágenes de todos los vecinos.
Gracia disfruta de su sesión fotográfica mientras Onésimo e Hipólito investigan sobre el uso de la cámara.
Raimundo se queda desconcertado cuando comprueba que la ha escrito su esposa y que le pide que deje de buscarla.
“Desapareces, me llamas por teléfono para decirme que estás bien y que me ayudarás a acabar con el general… y ahora esto”, piensa mientras mira el sobre.
Tras vanagloriarse de que está suspendido pero libre, provoca a Alfonso con la intención de matarlo de un disparo y alegar defensa propia. Por suerte, el tabernero se contiene.
Mauricio, que teme por Fe, le entrega un arma para que se proteja. La única que se alegra de la vuelta del militar es Emilia.