Cuando todavía prevalecía aquello de “el hombre, como el oso…”, este actor, hijo de un famoso futbolista americano, desbancó a John Travolta y Mel Gibson como el hombre más sexy del mundo.
Eran los ochenta y a nadie le pasaba por alto lo bien que le caían las camisas hawaianas en Flamingo Road, un culebrón estilo Dallas que lo lanzó a la fama.
El colorido derroche de testosterona continuó con sendos papeles de ‘doctor macizo’, en Hospital –donde lucía bigote a lo Tom Selleck– y Chicago Hope.
Era el George Clooney del momento, pero ese aire 100% yanqui sin matices no dio para más. Tras un descafeinado Dulce pájaro de juventud con Liz Taylor, apenas trabajó en los noventa.
Como a otras estrellas caídas, una serie lo salvó del olvido: Navy: investigación criminal, la más vista en EE. UU. A los 59 sigue “velludo y hermoso” como para dar vida a un marine justiciero. El perfecto (y bidimensional) patriota que tanto gusta entre ciertos sectores.